El comando

Nombre maya: Aal.
Nombre náhuatl: Nawatilli.
Intento: Aprovecho mi tiempo de día y de noche. 

La técnica nahuálica del rumbo central es el ensueño. La lengua maya distingue dos tipos de sueño: Naai, la ensoñación espontánea y cotidiana, y Wayak, el sueño del chamán, caracterizado por un principio de control. Lo mismo encontramos en náhuatl: Temiktli es el sueño común, mientras que su cultivo recibe los nombres de Neltemiktli, sueño verdadero, y Melau’temiktli, sueño verificable.

Ensoñar es aplicar la voluntad a los sueños. Nos permite sintonizar directamente el flujo de la energía, pasando por encima de las aduanas de la mente. No tiene que ver con el dormir, sino con el despertar. El objetivo del ensueño es aprender a usar de modo práctico el espacio onírico, para aplicar la ganancia al ámbito vigílico.

Como mencionamos, la práctica del Kinam en la vigilia es una preparación; si queremos extraer el mayor provecho de ella, hemos de intentarla allí donde funciona con esplendor: el momento en que estamos soñando. El modo de hacerlo es muy sencillo, antes de ir a dormir, nos damos una orden como: “hoy realizaré la postura del Chakmol en mi sueño”. El intento convoca la voluntad.

Al comandarnos ensoñar, aplicamos un principio de psicología tolteca: sólo se puede desarrollar la conciencia desde un estado de subconsciencia; para ello, es necesario sembrar la semilla de la voluntad. Resulta fácil montar una postura cuando estamos despiertos, pero difícil recordarla cuando dormimos. Es el esfuerzo extra lo que produce el desarrollo.

Una vez que aprendemos a ensoñar, podemos intentar en sueños las demás técnicas nahuálicas, redimensionando sus resultados:

• En el ámbito onírico, los ejercicios físicos funcionan como llaves y contraseñas, abriendo canales a los inconmensurables depósitos de información de la energía.

• Al acechar el sueño, aprendemos a controlar nuestras respuestas emotivas e interpretativas frente a las extrañas visiones del nahual.

• Recapitular en sueños produce un verdadero milagro perceptual: el alineamiento de las vivencias vigílicas y oníricas, o la trascendencia del punto de vista subjetivo.

• Meditar en sueños nos permite abstraer, es decir, desapegarnos de la memoria relicta del cuerpo físico y la personalidad, para fluir sin trabas por las avenidas de la conciencia.

El ensueño es el indicador de la práctica. Si conseguimos ensoñar, significa que hemos ahorrado energía; si no lo conseguimos, tenemos que revisar el funcionamiento de nuestros vehículos para descubrir dónde está la fuga. La energía se disipa, mejor dicho, se involucra hasta el embotamiento, a través de las rutinas físicas, emocionales y mentales que vamos incorporando a lo largo de la vida; se ahorra, al cancelar las rutinas.

Incorporación

1. Preparación. Para comenzar este ejercicio, colócate en atención tendida dorsal, toma una respiración completa, cierra los ojos y aguarda.

2. Montaje. Este ejercicio tiene dos fases: evocadora y literal. En la primera, levanta tus brazos imaginariamente, sin abrir los ojos ni moverte, coloca tus manos frente a tu rostro y visualízalas con atención durante algunos segundos, tanto la palma como el dorso. Tu subconsciente registrará como una orden el intento de ver con los ojos cerrados.

3. A continuación, también imaginariamente, levántate de la estera y camina alrededor de la habitación en sentido contrario a las manecillas del reloj. Visualiza cada detalle en forma breve: paredes, puertas, ventanas, objetos, algún compañero de prácticas o cualquier otra cosa que se presente. No te detengas en los detalles; si algo llama tu atención, obsérvalo por un instante y sigue adelante. Regresa a la estera y acuéstate. Con esto, termina la fase evocadora del ejercicio.

4. Para la fase literal, abre los ojos, alza literalmente los brazos frente a tu rostro, y repite el ejercicio, observando tus manos físicas. Al mismo tiempo, debes darte la siguiente orden mental: “esta noche me veré las manos en mi sueño”. Por supuesto, cuando llegue la noche, recuerda el comando e intenta ensoñar. Ocurrirá una de dos cosas: tendrás éxito o no. Si no tienes éxito, debes plantearte el comando cada noche, antes de dormir, hasta que lo consigas.

Nota: una vez que te veas las manos en tu sueño, puedes escalar el ejercicio, proponiéndote montar las posturas de Kinam. El montaje onírico tiene efectos dramáticos que se explican por sí mismos.

5. Retorno. El retorno de esta postura es muy simple: regresa tus manos a los lados del cuerpo, volviendo a la pose inicial.  

El comando de ensueños. Relieves de Moundville, Estados Unidos.

El comando de ensueños. Relieves de Moundville, Estados Unidos.