El sistema Kinam
Elaboré las bases de este sistema en los años 1998 y 1999, mientras residía en el pueblo de Amatlán de Quetzalcoatl, Estado de Morelos. Todo comenzó con una observación casual: noté que los más ancianos de la comunidad sabían colocar técnicamente el cuerpo al sentarse o echarse sobre un petate, estar de pie, agacharse, caminar, llevar una carga, dar o recibir algo, etcétera. Intrigado por estas manifestaciones, pregunté al patriarca de la comunidad, Don Felipe Alvarado:
- Don Felipe, ¿sus padres le enseñaron algún sistema de ejercicios cuando era niño?
Por un instante no entendió mi pregunta, pero, de pronto, su rostro se iluminó.
- ¡Moyektilia! - me dijo, irguiendo instintivamente su tullido cuerpo.
Me contó que, desde pequeño, sus abuelos le inculcaron un código de conducta al que llamaban Moyektilia, nuestro (hacer) correcto, el cual era necesario en una sociedad que, a inicios del siglo 20, apenas usaba las sillas, y dependía casi enteramente del cuerpo humano para la carga y el transporte, por lo que una mala postura o movimiento podían dañar un órgano. Al buscar ese término en las crónicas y diccionarios del siglo 16, encontré tres citas:
1. El padre Sahagún lo recogió en su Vocabulario, traduciéndolo: “se hace bueno, se limpia, se cuida y perfecciona”.
2. Una crónica del siglo 16, refiriendo la construcción de un monasterio cristiano, lo aplica en la frase:
“Moyektili Tepankalli, el templo de la práctica correcta” (Histoire Mexicaine 1221).
3. Un poema mexica lo menciona al describir la meditación del gobernante Moteku’soma:
“Allá, donde vuela el quetzal (el estado de éxtasis), con rocío de flores (silencio mental), el respetable Moteuksoma se dedica a la buena práctica (Moyektine’nemi)” (Cantares mexicanos 28).
Las dos últimas citas muestran que Moyektilia no era únicamente un código de conducta física, sino que incluía ejercicios de conciencia.
Esta información me llevó a revisar la iconografía y las crónicas de Mesoamérica en busca de posturas y técnicas. Pronto comprendí que, el único modo de entender las descripciones, era poniéndolas en práctica. En el 2001, en una conferencia sobre el arte de Anáhuac que impartí en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, noté que el término Moyektilia resultaba un poco largo y difícil de traducir para quienes no hablan náhuatl, de modo que comencé a buscar un modo más idóneo de presentar el sistema. En un manuscrito náhuatl encontré un término que describe muy bien el intento de estos ejercicios: Kinam, abreviación de Kiname’tin, fuertes, equilibrados. El texto se refiere a un pueblo que vivió hace milenios, al que se atribuyen acciones prodigiosas, y añade:
“Entonces vivían los Kinames, y su saludo era: que no te caigas sobre la tierra (que conserves tu equilibrio), pues, quien por entonces caía, caía para siempre.” (Anales de Cuauhtitlan)
Los historiadores suelen traducir el término Kiname’ como gigante, pero esta interpretación es popular, no etimológica. Intrigado por su extraño saludo, comencé a buscar el nombre de los kinames en las lenguas de Anáhuac, encontrando que, en maya, Kinam significa fuerza, equilibrio, respeto, danza, virtud; se relaciona con la raíz Kin, que le da nombre al Sol como motor del Sistema Solar y armonizador de los ciclos de tiempo. Aparece también en unos pocos términos del náhuatl, implicando poder, energía y espacio de tiempo. Además, por convergencia con la raíz Namik, referente a la armonía, forma términos como Kinamiko, armonizado, y Kinamiktia, aplicar una fuerza para conseguir el equilibrio.
No sorprende que los anahuacas dieran ese título a sus divinos antepasados, pues el equilibrio interno era un principio cardinal de la filosofía tolteca, presente en las enseñanzas de los textos sagrados:
"En este mundo caminamos por lugares escarpados, un abismo de un lado y un abismo del otro. Si te mueves para acá o para allá, ¿cómo evitarás caer? Sólo en el medio es posible avanzar. Evita los extremos, mantente en el medio, pues sólo en el medio existe la condición honorable.” (Códice Florentino)
Mientras realizaba esta pesquisa, me llamó desde Canadá el escritor de temas toltecas Víctor Sánchez, quien estaba a punto de impartir una conferencia sobre técnicas nahuálicas, y quería presentarlas con un nombre náhuatl. Él fue quien por primera vez usó el término “Kinam” en un evento público.
Practicantes de Kinam.