Las posturas del Centro

Nombre maya: P’itilp’it, volteador
Nombre náhuatl: Kuepa o Kueptimana, volteadas Característica: invertidas
Elemento: Movimiento
Objetivo: proyectar al nahual
Técnica nahuálica: el ensueño
Comando: ilumino mi oscuridad

Posturas:
1. El puente
2. La llama
3. El brote
4. La raíz 

Posturas del Puente, la Llama, el Brote y la Raíz, figurilla de Colima, dibujos mayas y figurilla olmeca.

Uno de los temas más sorprendentes del arte mesoamericano, son las figuras de practicantes que elevan el torso y los pies, sosteniéndose sobre manos, nuca, hombros y cabeza. Tales posturas representan la convulsión de los soles o eras cósmicas, la síntesis de los elementos y el retorno al origen. Por ello, se atribuyen al elemento Movimiento, emblema de la conversión de la materia en energía.

En las posturas del centro el cuerpo se invierte, procurando unir los pies a la cabeza para cerrarse sobre sí mismo. Tal posición es una metáfora de lo que ocurre en los niveles avanzados del ensueño, cuando conseguimos integrarnos energéticamente, al romper la falsa dicotomía entre sueño y vigilia.

Invertir el cuerpo subvierte la relación habitual entre sus tractos, con resultados que podemos aprovechar. Por ejemplo, al despegar los pies del suelo, renunciamos a nuestro referente de seguridad, lo que induce una sensación de ascenso; al pararnos sobre la cabeza, anulamos la propensión del tren superior a regir, lo que corta el diálogo interno; etcétera.

El arte asocia estas posturas con un árbol. Los anahuacas comparaban la conciencia con un árbol, debido a que, por naturaleza, procura profundizar y expandirse; los seres vivos somos sus frutos. Le llamaban Tamoanchan, un nombre protonáhuatl muy intencional, pues se traduce de dos modos opuestos, pero causales: la casa de donde descendemos y buscamos nuestro hogar. En otras palabras: Tamoanchan es nuestro origen y destino. Siendo el motor de la vida y el sostén de los cargadores de los rumbos, ubicaban a Tamoanchan en el centro del Cosmos.

Siguiendo el simbolismo, las posturas del centro describen el viaje de retorno de la conciencia a su lugar de origen, usando como metáfora las etapas de desarrollo de la semilla y la planta.

• El Puente tipifica la siembra; por ello, esta postura aparece en escenas agrarias. El acto de voltear el cuerpo hacia atrás y mirar la tierra, significa que “sembramos” la “semilla” de la cabeza, es decir, sumergimos la atención en el inframundo del subconsciente.

• La Llama representa el crecimiento de la planta bajo tierra. En clave psicológica, es el momento en que comprendemos que estamos soñando, y, conteniendo la emoción, nos incorporamos como el doble de ensueños.

• El Brote es la planta que rompe la tierra en busca de luz. Representa el proceso de aplicar atención al subconsciente, mediante el entrenamiento del doble de ensueños.

• Por último, la Raíz simboliza el crecimiento y arraigo de la planta, o el momento en que el nahual absorbe a los demás vehículos, unificando la percepción. En este punto, la semilla plantada en la primera postura fructifica como un nuevo árbol de Tamoanchan.

Estas posturas exigen dominio del cuerpo y la mente. Están contraindicadas para quienes sufren de trastornos circulatorios, digestivos o de la columna vertebral, obesidad o presión ocular. De ser posible, se deben practicar bajo la dirección de un instructor o con el apoyo de otra persona, tras haber calentado suficientemente brazos, hombros y cuello. Si estamos solos, hemos de montarlas poco a poco, concentrándonos en el movimiento, sin rebasar nuestras fuerzas y habituando al cuerpo a cada posición.

Tres aspectos importantes a tener en cuenta:

• No hay que exagerar estas posturas, pues permanecer invertidos durante largo rato activa los jugos gástricos, lo que puede ser peligroso en ausencia de alimentos.

• Hay que saber regresar, nada de dejarnos caer al suelo como un saco, pues ello podría dañar el cuello, la espalda y las caderas. El retorno debe ser lento, contenido y elegante.

• Una vez en el suelo, mantenemos la cabeza baja durante tres o cuatro respiraciones, hasta que se calme el flujo sanguíneo.