Las posturas del Sur

Nombre maya: Likil, erguido
Nombre náhuatl: I’kak o I’kamana, de pie
Característica: de pie
Elemento: Tierra
Objetivo: canalizar la energía
Técnica nahuálica: conciencia corporal
Comando: actúo sobre el mundo

Posturas:
1. El guerrero
2. El tullido
3. El torcido
4. El cargador 

Posturas del Guerrero, el Tullido, el Torcido y el Cargador, figurillas huasteca, olmeca y mexica, relieve maya.

Dediquemos unas palabras al simbolismo del rumbo sur, pues se refleja en sus posturas. Los anahuacas atribuyeron al sur la energía femenina y nutricia de la Naturaleza. Pero, su carácter femenino no implica que sea un rumbo pasivo, al contrario: lo vinculaban con los rayos solares, el calor y la vida. Esto tiene un motivo astronómico: debido a que vivían en el hemisferio norte de la Tierra, observaron que, durante la mayor parte del año, el Sol se desplaza hacia el sur a medida que asciende. De más está decir que, en el hemisferio sur, la observación astronómica se invierte, pero, por tradición, ese rumbo sigue representando la energía; es un simple simbolismo que no afecta la práctica.

En las posturas del sur el cuerpo permanece erguido, apoyándose únicamente sobre las plantas o las puntas de los pies. Esto tiene dos efectos sobre la psiquis: primero, cobramos conciencia de estar pisando la tierra, lo que genera un sentido de estabilidad y confianza. Segundo, las piernas nos proyectan contra la gravedad, de modo que estas posturas representan la voluntad de trascendencia.

Su elemento es la Tierra, emblema del estado sólido, las estructuras y las formas; son, por lo tanto, posturas firmes y extrovertidas. En ellas, la atención se vuelca al exterior para saturarnos de impresiones, convocando estados de alerta, despliegue o fusión con la totalidad.

En el simbolismo cosmogónico, estas posturas representan el ciclo de la vida individual.
• La primera, el Guerrero, tipifica la llegada de la conciencia a la tierra a través de la “guerra” de los sexos.
• La segunda, el Tullido, describe el progresivo desarrollo del embrión. De ahí que esta postura aparezca en el arte como un niño en diversos grados de transformación en ocelote, animal que representa la fertilidad y la gestación.
• La postura del Torcido tuerce el cuerpo en espiral como el signo Movimiento. Simboliza el crecimiento físico y las etapas que atraviesa el niño, hasta hacerse adulto.
• Por último, la postura del Cargador simboliza al adulto cuerdo como “cargador” o baluarte de la comunidad.

Estas posturas no son demasiado exigentes para el organismo sano; podemos practicarlas con confianza, siempre que no exageremos las contracciones.