Sur 1. El guerrero

Nombre maya: Katun.
Nombre náhuatl: Yaotl.
Intento: Me dispongo a pelear mi última batalla. 

Postura del Guerrero, figurilla maya.

Esta postura aparece vinculada a personajes armados o que se transforman en ocelotes, lo que indica una naturaleza guerrera. Su objeto es darle aplomo y estabilidad al cuerpo para recibir un impacto o atacar. En Kinam, simboliza la marcialidad y centralidad del practicante. Tiene el efecto de flexibilizar las piernas, tonificar el vientre y proyectar un estado de alerta.

Incorporación

1. Preparación. Esta es una postura de desplazamiento frontal inferior. La pose preparatoria consiste en mantener atención erguida, centrar la mirada, tomar una respiración completa y aguardar (ver descripción de estos elementos aquí).
2. Montaje. El montaje tiene una fase exploratoria y otra de combinación. La primera procura entender los movimientos implicados en este ejercicio. Para empezar, mantenemos los brazos a los lados del cuerpo, abrimos los pies hasta el ancho de los hombros, los apuntamos hacia fuera y exploramos la flexión de las piernas. Las piernas tienen dos estados: de trabe (rectas, con la rodilla apalancada) y de flexión (con flexión de rodillas). La flexión tiene cuatro grados:

• El primero es apenas perceptible desde fuera, consiste en romper el apalancamiento de las rodillas para darle estabilidad al cuerpo.
• En el segundo, las piernas se flexionan hasta que el cuerpo disminuye 10 cm de estatura, manteniendo la columna erguida. 

• En el tercero, seguimos flexionando las piernas hasta que muslos y pantorrillas forman ángulo recto.
• En el cuarto, los muslos alcanzan la horizontalidad, sin tocar las piernas.

Al explorar estos grados de flexión, hay que cumplir con dos principios:

a) Respiración acompasada. Significa que aspiramos al estar inmóviles y exhalamos al flexionar, manteniendo la pose resultante y reteniendo la respiración en vacío durante unos segundos.
b) Coordinación flexiva. Las rodillas apuntan siempre en la misma dirección que los pies. Por ejemplo, si los pies se abren en ángulo recto, al agacharnos, los muslos forman el mismo ángulo.

3. Una vez explorada la flexión de piernas, volvemos a la postura inicial y pasamos a la flexión de brazos; para ello, cerramos las manos en puño con la palma hacia arriba y las desplazamos por el cuerpo en tres intervalos: caderas, costillas inferiores y axilas, cuidando que los hombros estén relajados, los puños no adelanten al plano del vientre, los codos apunten hacia atrás y los brazos permanezcan en paralelo.

4. Primer reto: caderas. Lo siguiente es combinar ambas exploraciones. Volvemos a la pose inicial, tomamos una inhalación y, al exhalar, contraemos el vientre. En forma simultánea, flexionamos las piernas en segundo grado, cerramos los puños y los llevamos a las caderas. Colocamos la mirada al frente y centramos la atención en los codos. Retenemos en vacío por unos segundos, en actitud de alerta.

5. Segundo reto: costillas. Para el segundo reto, tomamos una inhalación y, al exhalar, aumentamos la flexión de las piernas a su tercer grado, de modo que los puños lleguen a la altura de las costillas. No es necesario que los talones permanezcan pegados al suelo. Retenemos en vacío por unos segundos.

6. Tercer reto: axilas. Tomamos una inhalación y, al exhalar, aumentamos la flexión de las piernas a su cuarto grado, de modo que los puños lleguen a las axilas. Retenemos en vacío por unos segundos.

Nota: la clave de esta postura consiste en que, con independencia de que nos agachemos o incorporemos, los puños deben permanecer a la misma distancia del suelo, de modo que la impresión visual es que no se desplazan. Obviamente, esto requiere que flexionemos piernas y brazos en la misma medida y velocidad. Para mantener la distancia entre los puños y el suelo, podemos tocar la pared con un puño en el primer momento del ejercicio.

7. Retorno. Una vez en máxima flexión, abrimos las manos y las llevamos frente al pecho, la derecha sobre la izquierda, como si nos sostuviéramos en un bastón imaginario. Tomamos una inhalación y, al exhalar, nos incorporamos lentamente, hasta que las manos llegan a la altura del vientre. Una vez ahí, regresamos a la pose preparatoria.

Contraindicaciones

Esta postura es accesible a toda persona sana, pero, quienes padecen de sobrepeso, rigidez o lesiones en las articulaciones de las rodillas, deben montar con precaución el segundo reto, y abstenerse del tercero.