Los gestos manuales

Cuando los brazos y las manos no forman parte de la arquitectura de la postura, surge el problema de cómo colocarlos. Por ejemplo, al realizar la postura de la Reverencia, elevamos uno de los muslos frente al torso; si no sabemos qué hacer con el brazo correspondiente, ambos pueden tocarse, lo que distrae y rompe la elegancia de la postura. Por otro lado, si permitimos que las manos se ubiquen de modo accidental, el resultado es una postura floja, sin intento.

En la práctica del Kinam siempre hay que justificar las manos, y hay que hacerlo de antemano, es decir, hay que prever el gesto que adoptaremos en determinada postura. Afortunadamente, el México prehispánico nos proporciona un sinnúmero de gestos simbólicos de brazos, manos y dedos que pueden servirnos para este fin.  

Ancianos ofrendando gestos rituales, imagen de un vaso maya.

La mano creadora, escultura huasteca. Gestos simbólicos, figurilla maya y lámina del Códice Magliabechi.

La gestualidad mesoamericana no se puede entender en forma aislada, pues pertenece a un contexto cultural más extenso. Los etnólogos del siglo 19 reportaron la presencia de un lenguaje manual entre los nativos de toda Norteamérica, del cual sobreviven vestigios. Su núcleo es un conjunto de signos rituales que, con el tiempo, se adaptaron para suplir dos necesidades profanas: la comunicación de los sordomudos y el contacto entre pueblos de diversas lenguas. Este último uso demuestra que se trataba de un lenguaje unificado.

A partir de las evidencias históricas y el testimonio de sus practicantes, los investigadores concuerdan en ubicar el origen del sistema en Mesoamérica:

“Las tradiciones de los nativos de Norteamérica coinciden en señalar al Sur como la dirección de donde les llegó el lenguaje de gestos. Los comanches lo aprendieron en México y lo enseñaron a los demás pueblos.” (Garrick Mallery, Sign language among North American Indians)

“La hipótesis generalmente aceptada entre los estudiosos, es que el lenguaje de señas se originó en la Costa del Golfo, y desde allí se extendió hasta convertirse en la lengua franca intertribal de las Grandes Llanuras, y luego por todo el noroeste de los Estados Unidos y Canadá.” (Jeffrey E. Davis, A Historical Linguistic Account of Sign Language among North American Indians)

Confirman esta deducción varios cronistas del siglo 16 que reportaron la existencia de un lenguaje manual en Anáhuac, con usos ritual y profano:

“Momamamanani, ellos acostumbraban hacer gestos manuales.” (Sahagún, Vocabulario)

“Consagraban los sacerdotes (la estatua de Witsilopochtli) con grandísima pompa y ceremonias, donde hacían grandes y excesivos gestos.” (Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España)

“Entre los que se vinieron a bautizar, había quince mudos. Estos hacían muchos ademanes, puniendo (humillando) las manos, encogiendo los hombros y alzando los ojos al cielo.” (Motolinia, Historia de los Indios de la Nueva España)

Como notan dos investigadores, estos gestos no eran expresiones incidentales, emotivas o puramente estéticas, sino signos formales:

“Las manos simbólicas (del arte maya) tienen su propio significado. No están representadas al azar o por motivos decorativos, sino que, con su significado esotérico, identifican, aclaran y complementan la composición, y explican lo que está sucediendo.” (Samuel Martí, Mudra, manos simbólicas en Asia y América)

“En ocasiones… podemos observar a hombres usando sus manos de modo utilitario o ritual. Otras veces nos muestran poses de manos tan estilizadas, que forzosamente debieron tener un significado codificado… Cada trazo, cada imagen obedeció a razones ideológicas, estéticas, cosmogónicas.” (Sara Ladrón de Guevara, El símbolo de la mano en Mesoamérica)

La formalidad de estos gestos queda patente en el hecho de que fueron incluidos en la escritura olmeca, y, a partir de esta, también en la maya, la zapoteca y la mixteca, como signos con valor fonético e ideográfico.  

Gestos manuales entre los glifos de la escritura maya, catálogo de John Montgomery.

Para entender la función de los gestos manuales en aquella Cosmovisión, hay que tomar en cuenta que, tal como notó el cronista Ruiz de Alarcón, una vez consagrada, la mano era considerada el instrumento de la Divinidad:

“Tienen sus conjuros, invocaciones y encantos con que conjuran los instrumentos de las suertes, como son las manos y los dedos, invocando sus dioses.” (Tratado de las Supersticiones)

La importancia de la mano como agente de mediación divina era tal, que daba nombre a los profetas de la Serpiente Emplumada, llamados en náhuatl Weman, ofrendador, y Wemak, mano fuerte, y en maya Kabul, mano auxiliadora.

“Otro templo levantaron (los mayas) a su falso dios Itsmat’ul, donde pusieron la figura de la mano, que les servía de memoria, y se nombra Kabul, mano obradora… por cuya virtud alcanzaban lo que querían.” (Lizana, Historia de Yucatán)

Los gestos rituales son extensión y desarrollo de la sacralidad inherente a la mano. Los investigadores suelen interpretarlos como un producto maya, pues los mayas los plasmaron con profusión y esplendor en su arte, pero aparecen en todo el Anáhuac desde tiempos olmecas; son, por lo tanto, herencia común de la Toltequidad. Los mayas les llamaron Eetsk’ab y los nahuas Machiomana, gestos manuales. Es muy común hallarlos en figurillas cuya postura y gesticulación facial evocan una oración, meditación u ofrenda ritual. Como extensión de este uso, penetran en el lenguaje cortesano de los vasos mayas del Período Clásico (siglos 2 a 8 d.C.), adquiriendo sentidos estéticos, filosóficos, políticos y de status social.

Es imposible ignorar la semejanza entre estos gestos y los mudras de la India y el sudeste asiático. ¿Refleja dicho fenómeno un vínculo causal? Mi opinión es que, en parte sí y en parte no. Los gestos que son comunes a nuestra especie o reflejan temas culturales locales, no obedecen al intercambio entre los pueblos. Sin embargo, cuando encontramos que, tanto en Asia como en América, las manos abiertas como alas de mariposa a la altura del pecho representan al Sol y al elemento fuego, o que, en ambos continentes, existe la costumbre de tocar las coyunturas del brazo opuesto al dar o recibir algo, estamos tentados a pensar en una tradición común anterior a la población de América, o retroalimentada milenios más tarde mediante contactos transpacíficos. Tal como ocurre con las posturas, estos gestos aparecen en Anáhuac desde tiempos tan antiguos, que no se puede rastrear su origen hasta los posteriores mudras hindúes.

Al analizarlos desde el punto de vista de su función, encontramos dos categorías:

1. Algunos gestos evocan un significado. Por ejemplo, en una escenificación mítica, las diversas figuras digitales acentúan el mensaje al representar, probablemente, nombres de personajes y lugares, conceptos, fragmentos históricos y estados de ánimo emblemáticos.

2. Otros gestos tienen una función práctica. Por ejemplo, al colocar las manos sobre los muslos con las palmas hacia arriba en un ejercicio de meditación, minimizamos el sentido del tacto y propiciamos la concentración. Esta categoría converge en la primera, pues, con el tiempo, el gesto práctico se transforma en emblema del ejercicio.

Desde el punto de vista de su ejecución, los gestos se organizan en tres grupos:

1. Manuales, los que consisten en posiciones especializadas de las manos, pero no de los dedos. Algunos, como el de Meditación, pueden hacerse con independencia de la posición de los brazos; otros, como el Saludo, requieren de una posición específica del brazo.

2. De los brazos, los gestos que consisten en movimientos de los brazos, sin colocar las manos de algún modo especial, como el de Cierre.

3. Digitales, los gestos que colocan los dedos en posiciones rebuscadas que no dependen de la posición de la mano respecto al cuerpo, como el de Cuernos.

Cada uno de estos grupos incluye dos categorías:

1. Gestos autónomos, los que se pueden realizar con una mano o brazo, como el de Meditación. Es elección del practicante realizarlos en forma unilateral (con un miembro) o bilateral (con ambos).

2. Gestos combinados, los que requieren de ambos miembros para que se entienda su significado. Estos tienen dos subgrupos:

a) Simétricos, los que colocan las manos o brazos del mismo modo, incluso si algún miembro pasa sobre el otro, como el Cruce Abierto.

b) Asimétricos, los que colocan los brazos o manos en posición asimétrica, que puede ser amorfa, como en el gesto de Cierre, o polar, como en el gesto del Maíz.

El presente estudio no es exhaustivo; del centenar de gestos que se conservan en el arte de Anáhuac, he escogido los que atañen a la práctica del Kinam, al facilitar la kinesis o darle expresividad al ícono. El practicante está en libertad de combinarlos con las posturas como mejor considere, salvo en los casos en que existe una asociación rígida (descrita en la página correspondiente).