Norte 4. El devoto

Nombre maya: Junalte, paso a paso.
Nombre náhuatl: Teone’nemi, marcha divina o andar de dioses.
Intento: Voy a todas partes y permanezco en mi centro. 

Una vez terminada la serie del norte, corresponde practicar su técnica nahuálica: el acecho, llamado en maya Shakbe, espiar, y en náhuatl: Tlachia, observar atentamente. Lo ejemplificaremos mediante una marcha que practicaban los sacerdotes de Tenochtitlan con motivo de la ceremonia del Fuego Nuevo, a la que llamaban Teone’nemi, marcha divina o andar de dioses, por la forma majestuosa como avanzaban, vestidos con sus mejores galas. He aquí como la reporta el padre Sahagún:

“Ellos caminaban… con gravedad y silencio. Llamaban a este andar Teonehnemi, ‘caminar como dioses’.” (Historia General)

Cuando esta marcha se practica en patios o habitaciones, consiste en recorrer su perímetro con pasos lentos y cortos, acompasados con la respiración. El intento no es llegar, sino andar. Este enfoque tiene tres propósitos; el primero es acechar nuestros vehículos, es decir, detectar sus indisciplinas. Quien realiza el paso divino por primera vez, notará los siguientes efectos con más o menos nitidez:

• El cuerpo se siente torpe, pues no está acostumbrado a caminar de un modo tan lento y artificial. Los pasos son más cortos que el ritmo que asociamos al acto de caminar, de modo que hay que luchar para mantener la simetría.

• La energía vital, a la que no le gusta estar contenida, intenta expresarse, apresurando los pasos o la respiración, desviando la mirada o contrayendo los músculos de las piernas innecesariamente.

• Las emociones se inquietan, pues les perturba que no haya una gratificación por las acciones, de modo que intentan apresurarnos, sobre todo, cuando estamos a punto de completar la ronda.

• La mente se impacienta, pues no le encuentra sentido al ejercicio; nos dice que estamos perdiendo el tiempo, o evoca imágenes ajenas.

Si alguno de nuestros vehículos frustra el ejercicio por distracción, alargamiento de los pasos, interrupción o apresuramiento de la marcha, su indisciplina habrá triunfado.

El segundo propósito del ejercicio es contener el ánimo, enseñar a los vehículos que deben obedecer, aunque no entiendan. Si triunfamos, estaremos poniendo en acción una facultad que no pertenece a los vehículos cardinales, sino al nahual: la voluntad. Tal es el tercer propósito de la técnica del acecho: activar la voluntad y conducirla a través de la toma de decisiones. Como premio, descubrimos el placer que deriva de actuar sin esperar recompensa. 

Gesto de Poder, estatua maya

Incorporación

1. Preparación. Esta postura tiene desplazamiento frontal. Nos colocamos en pose de atención erguida, centramos la mirada, realizamos una respiración completa y aguardamos.

2. Montaje. Una vez tonificados, realizamos el gesto de Poder, recogiendo los puños sobre el pecho. Su propósito es darle un referente a la atención, ayudar a que la columna vertebral se mantenga erguida, y marcar la perpendicular del eje de equilibrio del cuerpo, así como también la perpendicular del camino a seguir. Por lo tanto, se trata de una postura cúbica. Sin dejar de mirar al frente, centramos la atención en los puños.

3. Primer reto: marcha paralela. Preparamos el primer paso. Ambos pies apuntan adelante, separados por el ancho de un pie. Tomamos una inhalación y damos con el pie izquierdo un paso atado (consistente en llevar un pie hasta el primer metatarsiano del contrario, aproximadamente a dos tercios de su longitud, pisando suavemente, pero con firmeza, y apoyando toda la planta del pie). Al completar el paso, adelantamos el cuerpo para que el eje de equilibrio pase por la pierna izquierda, y exhalamos. .

4. A continuación, damos el paso derecho, repitiendo la kinesis anterior. Así, vamos alternando los pasos atados hasta completar la ronda. Los pasos deben ser rítmicos y contenidos; no se apresuran ni ralentizan, nunca rebasan al pie contrario y siguen la pauta de la exhalación.

5. El desplazamiento debe hacerse en línea recta, hasta que llegamos a la esquina de la habitación o el patio. Entonces, doblamos en ángulo recto del siguiente modo: giramos hacia fuera el pie que queda atrás, hasta que forma escuadra con el recorrido, y realizamos el siguiente paso con el pie contrario. Esta caminata recibe el nombre de Marcha Paralela, porque los pasos describen dos líneas paralelas. Exige silencio total, no dejarnos atrapar por pensamientos relictos ni por los estímulos de los sentidos. La mirada, de barredera, pasa por encima de las cosas como si no existieran. Si algún vehículo reclama atención, lo ignoramos (a menos que sea algo urgente). Un aspecto importante, es que debemos calcular el tiempo en función del espacio, para no exceder los minutos asignados al ejercicio. Es preferible completar una recta con paso contenido, que apresurar el paso para completar la ronda.

6. Segundo reto: marcha lineal. Si queda tiempo, podemos intentar una segunda ronda diseñada para entrenar el sentido del equilibrio. Se llama Marcha Lineal porque ambos pies se alinean (el paso alineado consiste en que el talón del pie que se adelanta toca los dedos del pie que queda detrás, de modo que este último sirve de medida al paso; las piernas ladean un poco al avanzar, para que los pies no rocen). El cuerpo se adelanta un poco más que en la marcha paralela, para que el eje de equilibrio se mantenga en la pierna adelantada.

7. Tercer reto: marcha velada paralela. En un nivel superior, medimos visualmente el área que tenemos delante, verificamos que esté despejada de objetos y efectuamos la marcha paralela con los ojos cerrados. Esta variante tiene el propósito de obligarnos a atender a las señales del cuerpo, y a confiar en nuestras evaluaciones. A diferencia de las anteriores, es necesario exteriorizar la atención para captar cualquier señal del ambiente.

8. Cuarto reto: marcha velada lineal. La dificultad del ejercicio se incrementa si realizamos la marcha lineal con los ojos cerrados. El objeto es desplegar al máximo los sentidos de equilibrio y atención externa.

9. Retorno. El retorno de esta postura es muy sencillo: al completar la recta o la ronda, nos volteamos al centro del área recorrida y regresamos los brazos a los lados del cuerpo. Contraindicaciones Esta postura no tiene contraindicaciones, pero las variantes lineal y velada exigen que dupliquemos la atención y avancemos lentamente, para no perder el equilibrio.