Concentración

Nombre maya: Tanol, voluntad centrada.
Nombre náhuatl: Semmati, mente centrada.
Intento: Entro al jardín de paz de mi propio corazón. 

La Piedra de los Soles es un concentrador de la atención, arreglo de un diseño de Karnhack. Meditante pasando un rosario, vaso maya. 

Terminada la sesión del este, dedicamos unos minutos a su técnica nahuálica, la meditación, llamada en maya Nenolal, contemplación, y en náhuatl Teomania, buscar la divinidad (de Teotl, divino, y Mania, entregarse a algo). Uno de los conjuros médicos conservados por el cronista Ruiz de Alarcón describe esta técnica en detalle; veamos algunos fragmentos:

“En estado de paz, yo, el que se concentra, el dominador de la sensación, a quien nadie puede engañar, vengo a someter a mi herencia humana. He adormecido mis manos, mi carne está insensible, ya no siento las burlas de mi condición humana. Soy la Serpiente Emplumada, nada en mi mente. Soy el guerrero (del Espíritu), nada me causa impresión.” (Tratado de las Idolatrías)

Meditar es hacer silencio físico, energético, emocional y mental; esto significa poner el cuerpo de modo que no reclame atención, conseguir un estado energético de equilibrio (ni exaltado ni debilitado), calmar las emociones y callar la mente. En la práctica de Kinam, meditar no es un fin, sino un medio; lo que buscamos a través del silencio, es percibir la realidad de un modo fresco y desprejuiciado.

La meditación se compone de tres partes: preparación, concentración y silencio, llamadas respectivamente en náhuatl I’mati, Semmati y A’momati. Nos preparamos al sentarnos con estabilidad y serenar la respiración; la concentración consiste en darle coherencia al flujo de la mente, y, el silencio, en cortar ese flujo. La razón de centrar la atención, es que resulta más fácil cortar un flujo coherente, que un flujo amorfo.

Podemos comparar los pensamientos con las moléculas de una sustancia. Si se mueven de modo caótico, la sustancia es opaca; pero, si se organizan, se torna transparente. Asimismo, si permitimos que nuestro proceso mental se mueva al azar, reaccionando impulsivamente a las impresiones que nos llegan, seremos incapaces de ver lo que ocurre debajo; pero, si lo organizamos, percibiremos al perceptor. Al mantener ese estado de serena observación por un rato, descubrimos que el perceptor no es el yo habitual, compuesto por el individuo y la personalidad, sino algo más viejo y profundo. A la capacidad percibir al nahual - no a la ausencia literal de pensamientos - le llamamos en Kinam “silencio mental”.

El flujo mental se organiza cuando le aplicamos atención. Podemos centrar la atención en elementos internos, como la respiración, los centros perceptuales, las sensaciones corporales, o los pensamientos y recuerdos que afloran de modo causal. También podemos apoyarnos en concentradores externos, como el aroma del incienso, un gesto manual, una imagen, un sonido o una palabra audible o mental. Los antiguos mexicanos usaban para este propósito ciertos diagramas concéntricos, de los cuales, la Piedra de los Soles es un magnífico ejemplo; también repasaban los nombres divinos con la ayuda de un collar con alternancias de 9 y 13 cuentas.

Es importante mantener la atención hasta que el flujo mental cobre coherencia y se sostenga por sí; entonces, lo detenemos para llegar al silencio. En este punto, debemos tener presente que la orden de hacer silencio es ruido; el silencio mental no se puede forzar, pues no es algo en sí, sino la ausencia de algo. El ejercicio requiere sutileza.

Incorporación

1. Preparación. Ejemplificaremos esta técnica con una meditación sencilla. Para comenzar, nos colocamos en pose de atención sentada. Mi sugerencia para el principiante es que recargue la espalda a la pared, pegando el cóccix, para estar bien erguido. Centramos la mirada, tomamos una respiración completa y aguardamos.

2. Montaje. A continuación, cruzamos las piernas de modo simple (los practicantes con experiencia pueden montar una variante más compleja de la postura del Meditante, pero es importante que resulte cómoda). El propósito de esta postura es concentrar el torrente sanguíneo en los tractos medio y superior. Las manos se depositan sobre el regazo.

3. Establecida la postura, cerramos los ojos y llevamos la atención a la base de la columna vertebral para observar nuestro estado físico: la estabilidad del tronco, la serenidad de los miembros, la posición de la cabeza. Si detectamos cualquier tensión o dolor, le dedicamos atención hasta que se calme.

4. Una vez verificado el “silencio” del vehículo físico, pasamos a explorar la respiración. Para ello, sin abrir los ojos, llevamos la atención a la garganta y observamos el paso del aire. Nos puede ayudar en este sentido el nombre náhuatl del aliento: I’iotl. La raíz de este término, I’i (se pronuncia Iji, con J más suave que la del español) es una onomatopeya que reproduce el sonido del aire al pasar por la faringe; la sílaba I refleja la entrada, mientras que la sílaba ’i o Ji refleja la salida. Como apoyo para esta fase del ejercicio, podemos pronunciar mentalmente ambas sílabas, a medida que inhalamos y exhalamos.

5. Cuando la respiración se hace tranquila y lenta, pasamos a la fase de la concentración. Para ello, sin abrir los ojos, colocamos la atención en el entrecejo y observamos el estado de la mente. Si hemos realizado bien los pasos anteriores, en este punto, la mente estará tranquila y centrada; si subsiste alguna agitación, la observamos hasta que se disipe.

6. La mente tranquila puede parecer callada, pero, en realidad, hay cierta turbulencia bajo el umbral del consciente. Para silenciarla, realizamos un ejercicio de hiperoxigenación, consistente en acentuar las fases de inhalación, exhalación y retención en vacío. Podemos ayudarnos con el siguiente recurso: el término náhuatl No’mat, ser en sí mismo, se compone de las raíces No’, en todas partes, y Mat, mente; el sonido de ambas raíces induce el estado mental que buscamos. La técnica tiene tres partes:

a) Alargamos la inhalación sin exagerar, pronunciando mentalmente el sonido No’ (Noj, con el aspirado final en suspenso).

b) Cuando los pulmones llegan a tope, exhalamos lentamente, pronunciando mentalmente el sonido Ma.

c) Al expulsar todo el aire, retenemos en vacío sin exagerar, pronunciando mentalmente el sonido T.

                                                   NOOOOO’ - MAAAAA - T

Si hacemos el ejercicio correctamente, notaremos que la mente se calla sin esfuerzo en cuanto retenemos en vacío.

7. Para salir de esta postura, basta con abrir los ojos y estirar las piernas.

Contraindicaciones

Este ejercicio no tiene contraindicaciones, si se realiza en una variante sencilla de la postura del Meditante y no se alarga demasiado la retención en vacío. Si adoptas variantes más complejas, debes colocar las piernas con cuidado para no dañar las articulaciones.